Siendo uno de los pocos lugares de Europa en el que no hay carreteras asfaltadas, la isla de La Graciosa es un lugar para la tranquilidad y el disfrute de la naturaleza. Es de las menos conocidas y la que derrocha más serenidad de las Islas Canarias.
A pesar que el origen del nombre es desconocido, posiblemente se deba a los fascinantes colores de sus playas y montañas volcánicas y a como cambian desde que amanece hasta que desaparece la luz, pintando un paisaje diferente, que evoluciona desde distintos matices de rojo, amarillo a toda la gama de marrones y ocres. Para quien busca un lugar diferente esta encantadora Isla está hecha a pedir de boca.
La Graciosa es una isla llana y en ella destacan cuatro conjuntos volcánicos bien diferenciados, siendo el complejo de Las Agujas, con sus 266 metros de altitud, la máxima cota. La Isla cuenta con dos núcleos de población.
Podrá visitar el pueblo de Caleta de Sebo, que da la bienvenida cuando se llega al puerto y se conoce por sus calles de arena y el conjunto de casas blancas. La Graciosa es la Isla más oriental del Archipiélago Canario y está situada cerca de uno de los bancos de pesca más ricos del mundo. La pesca es la principal fuente de ingresos de sus habitantes y ese fue el motivo por el que se fundó la capital de la pequeña isla a mediados del siglo XIX.
Desembarcaremos en la Playa de la Francesa y después almorzaremos a bordo.
Un paseito en el catamarán nos llevará de vuelta al muelle de Órzola.